sábado, 2 de febrero de 2013

El Castillo

En el Castillo de la Ciudad de Burgos,se ubicó su primer Parque de Artillería. Con más de 500 años de historia desde su ubicación inicial en cuando en 1424 el Rey Juan II de Castilla ordenó a Diego Fernández de León, a la sazón encargado de Artillería, acumulase toda clase de pertrechos y municiones en su interior, pues el arma de artillería se encontraba en pleno ascenso y era necesario buscar un lugar adecuado para el almacenamiento de los materiales.


A partir de este momento la historia de la Artillería burgalesa correrá pareja a la del Castillo puesto que éste se constituirá durante cuatro siglos en el más importante núcleo artillero del norte peninsular y uno de los principales de toda España.


En el año 1430, Juan II nombra alcaide del Castillo a Juan de Luxan a la par que ordena la compra de 500 quintales de pólvora para poder hacer frente a las necesidades armamentísticas en la contienda con Navarra.
Poco después se comenzaría también la fabricación de la pólvora y, a finales del siglo XV, se procedió a realizar fundición de piezas de artillería, aunque no llegó a alcanzar el renombre y auge de la fábrica de pólvora.
Fernando el Católico convierte la fortaleza, a principios del siglo XV, en una gran Maestranza donde se fabrica y recoge artillería, municiones y otros útiles artilleros.


En 1521, tras tomar Burgos parte por la causa comunera, el castillo sufrió ciertas modificaciones en su infraestructura y quedó reducido a una serie de grandes almacenes y depósitos de pertrechos, prestando servicio como fábrica de pólvora, depósito, Maestranza de Artillería y fundición de piezas de artillería.
Durante el reinado de Carlos I, por la mayor proximidad de Burgos a los campos de batalla, el Castillo se especializó en la reparación y almacenamiento de artillería procedente de Flandes.
Felipe II dio un mayor impulso, si cabe, a la fabricación de pólvora; concedió importantes sumas de dinero para la realización de obras que permitieron hacer cuartos en las torres del castillo para repartir la pólvora, y perfeccionar los molinos para confeccionarla, etc. La pólvora que se fabricó por aquel entonces se envió a Lisboa para su embarque en las naves que integrarían la ‘Escuadra Invencible’. Otros efectos, como arcabuces y morriones, almacenados en el Castillo el cual vivió por entonces una de sus más esplendorosas etapas como Parque y Maestranza, se mandaron a Santander y La Coruña que estaban sometidas permanentemente a asedios por parte de los ingleses.

 
Imagen del Castillo hacia 1927, Fuente: Ministerio de Cultura

En 1580 S.M. el Rey Felipe II ordena la creación de una nueva Escuela de Artillería en Burgos, que se establece en su Castillo, alcanzando fama señalada completándose así las diversas funciones artilleras de la Fortaleza (en 1542 funcionaba una Escuela de Artillería, en la calle San Juan, fundada por el Rey Carlos I, considerada la primera de España).
En septiembre de 1592 el Rey visita la ciudad disparándose salvas de honor, con artillería bajada del castillo, a las orillas del río Arlanzón.

 Xilografía de Burgos, Theatrum Urbium, año 1610 por Abraham Saur

El reinado de Felipe III supone el decaimiento del centro, pese a que continuará prestando servicios como depósito de armas, piezas y municiones. Sin embargo, cesa la fabricación de pólvora y la fortaleza es utilizada como prisión del Estado en el siglo venidero. Los polvoristas del castillo se repartieron entre el resto de las casas de munición y los carpinteros y demás obreros quedaron desocupados, trasladándose a Pamplona y a la villa santanderina de Liérganes todos los remanentes de salitre, azufre y parte de la pólvora guardada en los almacenes.
Hacia la mitad del siglo XVII se cierra una época de la historia del Castillo. Será hasta la guerra de la Independencia, cuando Napoleón redescubre la fortaleza como centro estratégico de importancia y lo utiliza para sí.

Transcurren cerca de dos siglos de silencio, sólo perturbados por un voraz incendio que destruye la fortaleza en 1736, que duró varios días y de cuya extinción el vecindario se desentendió totalmente. Las dimensiones del desastre aumentaron de año en año por la acción de los vecinos que se apropiaron de los materiales para realizar sus propias construcciones.

 

En la guerra de la Independencia, las jerarquías napoleónicas descubren las posibilidades que la fortaleza presenta para atacar y defender, ordenando la ejecución de una serie de obras defensivas para recomponer el alcázar, a la vez que se concentran fuerzas en él y se traen recursos y se convierte en un almacén central de provisiones y depósito de abastecimientos, aumentándose el número de trabajadores.
Tras varios asedios fallidos, el General Wellington va a tomar la fortaleza, no antes de que los franceses procedieran a su voladura el 13 de junio de 1813.


Probablemente el convento de San Ildefonso cubrió las necesidades de disponer de un lugar donde aparcar los materiales de artillería, así como de repararlos, desde el final de la guerra hasta 1823.

Detalle de la imagen de J. Laurent de 1870 

Como podemos observar en la imagen de 1870, uno de los últimos usos que tuvo el castillo, fue el de dar cobijo a una torre telegráfica. Esta pertenecía la linea Castilla, la cual entró en servicio en 1846. Constaba de 52 torres y unía Madrid con Irún.

Puerta de acceso al castillo a principios de siglo XX

 
Puerta de acceso al castillo a principios de siglo XXI

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